Venezolana desarrolla prueba rápida de detección del COVID-19

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Globalizate Radio.-La prueba funciona al igual que un test de embarazo y se podría conocer en 15 minutos, aproximadamente, si alguien está contagiado con coronavirus COVID-19.

La científica venezolana Irene Bosch, bióloga egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con posgrado en enfermedades tropicales en Harvard, desarrolló una prueba de detección rápida del coronavirus.

Doctora Irene Bosch, bióloga venezolana

Esta doctora que hoy enorgullece a los venezolanos con sus experimentos y logros, es fundadora y directora técnica de la empresa Operaciones E25Bio radicada en Boston, Estados Unidos, quien en una entrevista con el periodista César Miguel Rondón en su programa En Conexión, que transmite por el canal YouTube, explicó que esta prueba permite que las personas puedan, con o sin síntomas, saber de inmediato si tienen el virus del COVID-19. Se trata de una muestra sencilla en la parte nasofaringe.

La prueba rápida según la científica es como la de embarazo

“Esto es lo que se conoce como una muestra respiratoria. Una vez que se toma esa muestra, se coloca en un dispositivo pequeño, similar a la de una prueba de embarazo”.

Si resulta positivo se observa una línea roja. Si esta línea roja aparece es porque la persona que ha sido muestreada está contagiada, o si no aparece, es porque no tiene el virus”, explicó.

La toma de la muestra se hace con una especie de hisopo, cuyo nombre es: muestra nasofaríngeo. “El poquito de moco se saca en una esponjita, la cual se introduce hasta el final, se rota diez veces, se saca y coloca en la cavidad del test”.

La doctora destaca que en el caso de la detección del coronavirus, la prueba cumple la misma función; inmediatamente de colocar la prueba nasofaringe en el test, la persona estará en capacidad de saber si está o no contagiada con el COVID-19, reiteró.

La científica igualmente detalló que el resultado puede llegar en cuestión de segundos, además porque el virus es proporcional al color que va a salir en el dispositivo, para lo que se puede esperar entre 15 o 20 minutos, y por otro lado esta no requiere ningún otro tipo de aparato para dar el resultado.

“Esta prueba se hace en simplemente un dispositivo de plástico, en este caso con papel adentro y los componentes “mágicos” que van dentro (oro coloidal y anticuerpos)”.

La científica recalcó que esta es la misma prueba, con el mismo principio, que se utiliza para detectar enfermedades como: dengue, zika y Chikunguña, la cual tiene un costo de un dólar. “En el caso de la prueba para la detección del coronavirus, la cual tiene que ser mucho más rápido, tendrá un valor de entre 8-10 dólares”.

La doctora Irene Bosch reveló que ya tienen los datos que dicen que esto va a funcionar y que se van a producir en grandes cantidades, que son sitios donde se ensamblan, donde pueden hacer hasta siete millones de test por día.

El muestreo es posible y salva vida

De la misma forma la científica envió un mensaje a las autoridades y al Ejército, “quienes deben de saber que este tipo de muestreo es posible y salva vida, ya que dentro de una casa donde hay gente adulta, que son muchos más susceptibles que los jóvenes, que pudiera ser portadora del virus, deben de inmediato ser separada de los demás y aplicarse las medidas de cautela, para evitar que contagien al resto de la familia”.

Hasta ahora parte de lo que se sabe de la pandemia es, que se cree que hasta un 80% de las personas tienen el virus. En tanto, la empresa E25Bio, está en capacidad de producir hoy en día 100 mil muestras, pero sabemos que esto es insuficiente ante la expansión del virus, por lo que esperan despertar el interés local o nacional.

“Por supuesto que se va a necesitar una vacuna”, dijo, pero hoy por hoy, este tipo de sondeo se hace urgente para saber si somos o no portadores del COVID-19 y ayudar a controlar su expansión por el mundo.

 Irene Bosch y sus interéses científicos

Los intereses de investigación de la doctora Irene Bosch son: comprender la patogenia de los virus de ARN humanos, entre ellos el dengue flavivirus y el virus del Nilo Occidental. Se graduó en 1993 de la Universidad de Harvard, donde realizó su doctorado en biología celular y molecular de parásitos.

Luego tomó dos puestos consecutivos de capacitación post-doctoral en el Instituto del Cáncer Dana-Farber, en Boston, donde trabajó con el doctor James Croop en la investigación del cáncer y Arthur Pardee en los estudios de expresión génica (visualización diferencial), así como con el Departamento de Retrovirología humana que estudia las respuestas de quimiocinas de citocinas al VIH.

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