Ángel Pérez niño venezolano en Ecuador forma parte del proyecto «Voces: Defendiendo derechos, Tejiendo comunidad»
Globalízate Radio.- OIM Ecuador.- Ángel Pérez es un niño venezolano que migró junto con su familia a Lago Agrio, Ecuador, hace tres años. Adaptarse a un nuevo entorno fue uno de los retos más grandes que enfrentó a su llegada. Tuvo que superar barreras sociales y culturales, como el idioma y el dialecto, que le dificultaban relacionarse con otros niños.
“Yo decía algunas palabras que ellos no entendían. Cuando llegué aquí, iba para la tienda y decía: ‘Vecina deme un cambur’. Y ella me respondía: ‘¿qué es eso?’ Hasta que me explicó que a eso se le dice banano”, cuenta Ángel, de 12 años.
Con el tiempo, en la cancha de fútbol junto a su casa, él encontró un lugar para relacionarse e interactuar con otros niños. Esto le permitió entablar amistades y atreverse a soñar en grande.
“Yo quiero ser futbolista y mi sueño es ganar un Mundial para mi país. A Venezuela le está yendo mal en los partidos. Eso cambiará cuando yo me ponga a jugar”, asegura Ángel, para quien el fútbol es más que un deporte. Es la oportunidad de construirse una vida para sí mismo y ayudar a su familia.
Ángel formó parte del primer grupo de jóvenes capacitados por el proyecto «Voces: Defendiendo derechos, Tejiendo comunidad», una iniciativa implementada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) que busca educar a jóvenes y adolescentes con respecto a sus derechos en las ciudades de Cuenca, Huaquillas y Lago Agrio.
A través de procesos como el de Voces, jóvenes como Ángel pudieron fortalecer sus capacidades en derechos, salud, participación comunitaria y habilidades prácticas y trabajar en su desarrollo personal y social llevando a cabo campañas comunicacionales de sensibilización en sus comunidades.
“Me ha gustado mucho esta experiencia de aprendizaje. Estoy aprendiendo cosas que no sabía, como que tengo derecho a expresar lo que pienso y lo que siento”, comenta Ángel, sentado en una de las gradas de la cancha de fútbol que ya es su segundo hogar.